Tras varios meses de la muerte de Berto, la situación en casa no mejoraba: Begoña seguía en su trabajo a tiempo parcial en un restaurante de comida rápida intentando sobrevivir, educar y hacerse cargo de la educación de sus hijos
Una de las tardes tras llegar Begoña de su turno en el trabajo, vio desde lejos que sus dos hijos estaban fuera de casa, a ella no le resultó raro, ya que, era habitual que ambos muchas veces estuvieran fuera tomando el aire a la espera de que su madre llegase de su turno de trabajo. Pero esta vez Begoña decidió quedarse observándolos desde lejos sin decirles nada, lo cual vio que sus dos hijos a pesar de haber pasado ya unos meses del fallecimiento de su padre seguían bastante afectados, ella sabía que tenía que ser fuerte y quería luchar por intentar cambiar la vida a sus hijos.
Rápidamente Begoña llamó a sus hijos y los metió para dentro.
León cada día nada más llegar su madre a casa, él se encerraba en su habitación y encendía la música a todo volumen quedándose horas dentro de la habitación sin salir.
Mientras tanto, Begoña decidía hacer una de las cosas que mas amaba y despejaba su mente: COCINAR. Así que, mientras León se quedaba escuchando música en su habitación, ella preparaba la cena para todos.
Pero esa noche algo iba a cambiar, mientras el pequeño Ícaro cenaba, (siempre era el primero en cenar, ya que a Begoña le gustaba acostarle después, para poder cenar tranquilamente con León y así poder tener un poco de tiempo a solas con él y poder hablar del día a día, del instituto, amigos, algún cotilleo del trabajo o del barrio etc…).
A Begoña le vino las fuerzas y la necesidad de cambiar la situación, tenía que dejar el trabajo actual para comenzar en algo de jornada completa, ya que, en el trabajo actual se lo habían rechazado. Begoña amaba cocinar y quería luchar por alcanzar su sueño de poder dedicarse laboralmente al mundo de la cocina y más en concreto al mundo de la repostería.
Begoña, acostó a Ícaro tras la cena, y como de costumbre tocó la puerta de la habitación de León para avisarle de la cena.
Esa noche Begoña le comentó a León que mañana a primera hora de la mañana tenía que salir hacer unos recados, tenía que quedarse con Ícaro a cargo y faltar unas horas a clase hasta que ella llegase.
Para León, esto no era nada nuevo, ya que, no era la primera vez que su madre se lo pedía.
La noche pasó tranquilamente en el hogar Simblanca, una noche fresca de primavera en el bonito Willow Creek.
León como cada mañana desde el fallecimiento de su padre, salió a correr antes de ir al instituto, era una de sus terapias para evadir sus sentimientos y refrescar la memoria. Hoy, se había levantado más temprano de lo normal a pesar de no ir a clase, ya que, su madre tenía que irse a primera hora de la mañana hacer unos recados.
León salía a correr varios km todos los días, quería ponerse en buena forma ya que su objetivo era poder entrar en el cuerpo nacional de seguridad en un futuro. Tras unos kms de footing, León regresaba a casa para darse una ducha y después desayunar.
Mientras León desayunaba, el pequeño Ícaro seguía durmiendo, Begoña salió de su habitación, le dio un beso de buenos días a León, y se marchó velozmente de la casa. León se preguntó donde iría su madre tan rápido, tan arreglada y tan temprano?.
Por otro lado, Begoña salió de casa segura de si misma, sabía que tenía que hacer lo que tenía pensado hoy lo antes posible, antes de que, el sentimiento de miedo y temor le invadiese la mente. Ella solo sabía que tenía que hoy posiblemente comenzaría a cambiar la situación de su hogar.
La mañana pasaba, León seguía sin tener noticias de su madre, su hermano Ícaro ya se había despertado y había desayunado, pero el pobre le hacia falta un buen baño, así que, León decidió que era una buena idea darle un baño a Ícaro mientras su madre llegaba a casa.